Atributos de Dios: La Soberanía

olas-de-mar1 Una de las preguntas que debe hacerse todo buen cristiano – y el que está meditando en acercarse al cristianismo – es: ¿Qué se entiende por soberanía de Dios? ó ¿Dios es soberano sobre todo y todos, o hay alguna decisión que pertenezca sólo al ser humano en la que Dios no interviene y por ende debiera respetar?

Si meditan en esta pregunta, pueden verseles ahorrados un sinnúmero de problemas futuros respecto a la doctrina o enseñanza bíblica acerca de quién y cómo es Dios. Entre las congregaciones cristianas que creen que Jesucristo es Dios, que Dios es uno y tres (doctrina de la trinidad), que vino a ofrecernos salvación (¿de qué? esa es otra pregunta), que Jesús es Dios y hombre a la vez y que nació de una virgen mediante el Espíritu Santo; existen, sin embargo, algunas diferencias sustanciales. No son diferencias secundarias, sino difieren en lo esencial. Lo esencial y el mensaje entero de la Biblia es éste: ¡Israel (o Iglesia), Arrepiéntete!

Hay quienes sostienen que el mensaje bíblico en su mayor parte hace énfasis en las relaciones sociales o con el prójimo. Si fuera ese el esfuerzo de Dios en dejarnos Su Voluntad escrita, digamos que ha fracasado porque se han escrito libros de relaciones interpersonales mucho mejor explicados que la Biblia, sin tantas profecías extrañas y en nuestros idiomas orginales. Por otra parte, si Dios estuviera interesado solamente en cultivar buenas relaciones con nuestros vecinos, habrían pasajes que se oponen a este fin:

«No penséis que he venido para traer paz a la tierra;  no he venido para traer paz,  sino espada.  Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre,  a la hija contra su madre,  y a la nuera contra su suegra;  y los enemigos del hombre serán los de su casa.  El que ama a padre o madre más que a mí,  no es digno de mí;  el que ama a hijo o hija más que a mí,  no es digno de mí» (Mateo 10:34-37)

Aquel mismo día llegaron unos fariseos,  diciéndole:  Sal,  y vete de aquí,  porque Herodes te quiere matar. Y les dijo:  Id,  y decid a aquella zorra:  He aquí,  echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana,  y al tercer día termino mi obra. (Lucas 13:31-32)

Y haciendo un azote de cuerdas,  echó fuera del templo a todos,  y las ovejas y los bueyes;  y esparció las monedas de los cambistas,  y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas:  Quitad de aquí esto,  y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado. (Juan 2:15-16)

En los anteriores tres pasajes,  Jesús ha desafiado a los religiosos de su tiempo, demostrando que la moralidad y el buen juicio no son los únicos aspectos, o los aspectos centrales de Su Voluntad para nosotros.

Existen otra clase o grupo de pseudo cristianos (son pseudo cristianos por lo menos mientras abracen estas creencias) que creen que la Biblia contiene un conjunto de enseñanzas acerca de cómo vivir mejor, cómo aprender de los errores de una etnia ajena a nosotros (los israelitas) para que nuestras culturas crucen por el modernismo sin mayores problemas. ¡De los problemas se aprende!, dicen algunos por ahí.

Con razón Pablo les decía a los Gálatas (cristianos de Galicia) «¡Gálatas insensatos! Quién lo hechizó para no obedecer a la Verdad»… acto seguido les recuerda el sacrificio de Cristo en la cruz, «… a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?» ¿Qué quiere decir Pablo con esto?, ¿es que se desvían de la verdad por no tener presente el sacrificio de Cristo? ¡Claro que sí! El mensaje central no es aprender de los errores de los antiguos sino de tener presente la cruz de Cristo, el evangelio verdadero es éste: que nosotros estábamos muertos en nuestras transgresiones y pecado delante de Dios, y Él nos ha reconciliado por medio de Su Hijo. Cuándo éramos enemigos de Dios, Él nos ha reconciliado. ¡Que amor! Pero también que condenación, porque el que no acepta este mensaje «ya está condenado, porque la luz vino y al mundo pero los hombres amaron mas las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas» (Juan 3:19)

Los seres humanos estamos alejados de Dios, somos enemigos de él. Por supuesto ninguno de nosotros lo supo hasta que recibimos el mensaje del Evangelio. Los mas bienaventurados han recibido el evangelio sin mancha desde un principio, pero no fue asi con todos. A algunos de nosotros nos ha tocado saltar de doctrina en doctrina, hasta que Dios en su misericordia y por medios providenciales, nos ha permitido hallarle mientras hemos podido hacerlo.

Y cuando, ya le hemos hallado y nos hemos dado cuenta de nuestra perversidad y rebelión hacia Él, no hacemos mas que glorificarlo por la bondad y misericordia que hemos recibido de Él. Nos arrepentimos y nos volvemos a Él dia tras día.

Es en esta etapa cuando empezamos a pensar en la soberanía de Dios. ¿Es Dios soberano? No es difícil de responder: Sí, es soberano. Bien, entonces nos queda aún otra pregunta: ¿Cuál es el alcance de Su Soberanía? ¿Existe algún recóndito lugar en el universo o en nuestro corazón que esté fuera del alcance del accionar de Dios?

Oh Jehová,  tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;  Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo,  Y todos mis caminos te son conocidos.  Pues aún no está la palabra en mi lengua,  Y he aquí,  oh Jehová,  tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste,  Y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí;  Alto es,  no lo puedo comprender. ¿A dónde me iré de tu Espíritu?  ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos,  allí estás tú;  Y si en el Seol hiciere mi estrado,  he aquí,  allí tú estás. Si tomare las alas del alba  Y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano,  Y me asirá tu diestra. Si dijere:  Ciertamente las tinieblas me encubrirán;  Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti,  Y la noche resplandece como el día;  Lo mismo te son las tinieblas que la luz. Porque tú formaste mis entrañas;  Tú me hiciste en el vientre de mi madre (Salmo 139:1-13)

En este salmo, David lo explicaba muy bien; no existe ningún lugar, por recóndito que sea, que Dios no pueda alcanzar y no pueda tener un perfecto conocimiento aún de nuestros pensamientos y de los pensamientos que aún no hemos tenido.

Por esta razón es que sostenemos que Dios tiene misericordia de quien Él quiere tenerla y ha elegido a Su Pueblo para salvación desde antes de la fundación del mundo para que alabemos sus maravillas y publiquemos su Verdad.

Si crees que Dios te está llamando al conocimiento del Evangelio sin mancha, te diria lo siguiente: «Arrepiéntete y cree en el Señor Jesús, el dador de la vida eterna». Amén.

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