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8 diciembre 2012

El por qué adoramos imágenes

nuestra-senora-del-carmenUltimamente he estado tan ocupada que no he podido dedicarme mucho al blog, pero para los que aun no lo saben, tengo una página de Facebook donde posteo algunas cosas con mayor frecuencia.

Cómo pasa el tiempo! Ya estamos en diciembre nuevamente, y el comentario obligado es hablar de la Navidad, es decir, del cumplimiento de la promesa divina; que nacería un Mesías que volvería el corazón de los rebeldes hacia Dios.

Esta promesa implicaba que Dios mismo tomaría forma de hombre y vendría a morar entre nosotros (Emanuel= Dios con nosotros Isaías 7:13-14). Pero no sería cualquier hombre, sería uno que tomaría forma de siervo, de servidor. No un hombre en busca de la gloria humana, sino uno que deseaba glorificar a su Padre en todo lo que hacía (Juan 8:48-52) . Este hombre, además de ser genéticamente idéntico a un ser humano, sería enteramente Dios. Así es, el misterio de la encarnación es justamente esa: tener dos naturalezas, la humana y la divina. Ninguna en menor grado que la otra, ninguna en mayor grado que la otra, es el hombre perfecto y Dios perfecto.

Tenía que ser de este modo, ya que para redimir al género humano (sus escogidos, su pueblo) del pecado, de la maldad heredad de Adán, debía ser un humano perfecto el que expiara el pecado del resto de la raza humana. De Adán heredamos la rebeldía al mandato divino – que por cierto no son gravosos – y por tanto heredamos en nuestros genes el deseo de alejarnos del verdadero Dios, de vivir por las nuestras sin tomar en cuenta la manera de vivir que agrada a Dios. Nacemos en una especie de maldición, dónde ni podemos venir a Dios, ni tampoco queremos hacerlo.

Cuando tratamos de acercarnos a Dios, lo hacemos a tientas. Tenemos en nuestro fuero interno la idea de la eternidad, la idea de la divinidad, la idea moral de discernir entre el bien y el mal. Pero todas estas ideas son como una sombra, no son ciertas, muchas de nuestras ideas acerca de estas cosas estás erradas.

Entonces cuando tratamos de acercarnos a Dios, nos acercamos en realidad a nuestro propio dios, al dios inventado por nosotros, que nos permite seguir viviendo nuestra vida tal y como queremos, y nos echa una ayudita de vez en cuando, cuando lo necesitamos. Que buen dios es ese, no? No nos molesta para nada, no nos exige un estándar moral, y mas encima está siempre allí para nosotros.

El evangelio de Cristo es molesto. El verdadero evangelio no es popular. El verdadero evangelio nos desnuda y nos pone en nuestro lugar. Nos muestra nuestra maldad y lo alejado que estamos de Dios, las exigencias son muy altas, muchas veces imposibles de cumplir. A veces, implican dejar nuestros trabajos, nuestra comodidad, nuestras familias, nuestras posesiones. El evangelio se tratar de despojarse, de prescindir, de morir.

Por este punto algunos estarán pensando: el evangelio no es acaso las «buenas nuevas» (e.d. «buenas noticias»). Sí, son las buenas noticias de salvación, pero antes – al igual que el viejo chiste – es necesario dar las malas noticias.

Las malas noticias son que nacimos en un mundo caído, alejado de Dios, sin posibilidad de elevar una oración y que ésta sea escuchada por Dios. Pero a pesar de estar en un mundo caído, gozamos de la bondad de Dios para su creación. Nos da el sol, nos permite respirar, nos permite muchas veces lograr nuestros sueños materiales, pero hay algo que no nos permite: acercarnos a El. Ni tu, ni yo nacemos con ese privilegio. Cuando nacemos, ya tenemos fecha de expiración, somo desechables, nuestra vida es como una niebla que se desvanece. A pesar de este horrible pronóstico, el hombre sabe y conoce el concepto de eternidad, y el sólo pensar en ello nos desarma, nos descoloca, queremos alcanzar la eternidad pero no sabemos cómo. Muchas religiones han inventado cosas absurdas para acallar la conciencia: la reencarnación, la balanza de las buenas obras, el purgatorio, los mundos paralelos, etc, etc.

Y es en este contexto dónde recurrimos a las imágenes talladas, de madera, de yeso. Las ponemos en altares vistosos, con cara de santos, dentro de unas catedrales dónde se respira lo celestial, lo divino. Nuevamente digo, con estas parafernalias estamos engañando nuestras conciencias, para salir justificados, sin siquiera estarlos.

Podría decir tantas cosas respecto de esto, pero la verdad estoy muy corta de tiempo para escribir tanto. Sólo una cosa quiero decirles, y quiero que les quede bien claro: CUANDO ADORAMOS IMAGENES ESTAMOS EVIDENCIANDO QUE NO HEMOS SIDO RECONCILIADOS CON DIOS.

Si tu oras a la estatua de María, de cualquier María (porque cada país, cada ciudad tiene una Virgen, no?), o tal vez te acercas a la estatua de San Expedito, o de San Esteban, o de cualquier otro santo y estás confiando en ellos, sólo te puedo decir que tu fin no se ve muy optimista. No has sido reconciliado con Dios, porque el que ha sido reconciliado con Dios, lo ha hecho SÓLO A TRAVÉS DE JESUCRISTO, y esto es excluyente. No es Cristo y alguien más, sino sólo Cristo y nada más que Cristo, es a Él a quien debes recurrir, en quien debes creer y en quién debes confiar. Es su llamado el que debes seguir, y son sus exigencias las que debes tener en cuenta.

Las buenas noticias son que Él ha hecho todo por tí, ha pagado el precio de tu rebelión (y de la mía), ha sido sacrificado por el pecado de los que se acercan a Él, su llamado es irresistible, por lo tanto, si en verdad te ha llamado no debieses estar «pensándolo» (Juan 1:35-51). Su yugo es ligero y su carga es liviana, en contraposición al yugo que nos tiene puesto Satanás, que es pesado y doloso.

Todo esto lo ha hecho como un favor inmerecido, no hay nada en nosotros que pudiera haber movido a Dios a hacer lo que hizo, lo hizo por el puro afecto de su voluntad, lo hizo para Cristo, por Cristo y por medio de Cristo. A Él sea toda la gloria y el honor.

Son muchos los versículos que podría usar y que se me vienen a la mente, pero deseo hacer esta entrada breve. Si tienen preguntas o quieren que les de mas citas bíblicas dónde puedan apoyarse para meditar en esto, estaré gustosa de compartirlas con todos ustedes.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos ustedes.

Amén